Ingenieria Romana

INGENIERÍA ROMANA 
Los ingenieros romanos tenían más en común con sus colegas de las antiguas 
sociedades de las cuencas hidrográficas de Egipto y Mesopotámia, que con los 
ingenieros griegos, sus predecesores. Los romanos utilizaron principios 
simples, el trabajo de los esclavos y tiempo para producir extensas mejoras 
prácticas para el beneficio del Imperio Romano. En comparación con las de los 
griegos, las contribuciones romanas a la ciencia fueron limitadas; sin embargo, 
sí abundaron en soldados, dirigentes, administradores y juristas notables. Los 
romanos aplicaron mucho de lo que les había precedido, y quizá se les puede 
juzgar como los mejores ingenieros de la antigüedad. Lo que les faltaba en 
originalidad lo compensaron en la vasta aplicación en todo un imperio en 
expansión.
En su mayor parte, la ingeniería romana era civil, especialmente en el diseño y 
construcción de obras permanentes tales como acueductos, carreteras, 
puentes y edificios públicos. Una excepción fue la ingeniería militar, y otra 
menor, por ejemplo, la galvanización. La profesión de “architectus" era 
respetada y popular; en efecto, Druso, hijo del emperador Tiberio, era 
arquitecto.
Una innovación interesante de los arquitectos de esa época fue la reinvención 
de la calefacción doméstica central indirecta, que se había usado originalmente 
cerca de 1200 a. de J.C., en Beycesultan, Turquía. La invención original ocurrió 
‘cuando debido a la falta de comunicaciones y de protección a las patentes, a 
veces tenían que reinventarse los inventos importantes antes de que formaran 
parte permanente de la tecnología. Pero, es bastante extraño que después de la caída del Imperio Romano no volviera a aparecer la calefacción doméstica 
central indirecta sino hasta tiempos modernos.
Uno de los grandes triunfos de la construcción pública durante este periodo fue 
el Coliseo, que fue el mayor lugar de reunión pública hasta la construcción del 
Yale Bowl en 1914.
Los ingenieros romanos aportaron mejoras significativas en la construcción de 
carreteras, principalmente por dos razones: una, que se creía que la 
comunicación era esencial para conservar un imperio en expansión, y la otra, 
porque se creía que una carretera bien construida duraría mucho tiempo con 
un mínimo de mantenimiento. Se sabe que las carreteras romanas duraban 
hasta cien años antes de que necesitaran reparaciones mayores. Es apenas 
hasta fechas recientes que la construcción de carreteras ha vuelto a la base de 
“alto costo inicial - poco mantenimiento”.
Quizá el triunfo más conocido en la construcción de carreteras de la antigüedad 
es la Vía Apia, que se inicio en 312 a. de J.C., y fue la primera carretera 
importante recubierta de Europa. Al principio, la carretera medía 260 km e iba 
desde Roma hasta Capua, pero en 244 a. de J.C., se ex-tendió hasta Brindisi, 
siendo entonces una obra tan prestigiada, que ambos lados del camino a la 
salida de Capua estaban flaqueados por los monumentos funerarios de los 
aristócratas. 
En Roma había tráfico pesado por aquellas fechas. En una ocasión, Julio 
César ordenó que ningún vehículo de cuatro ruedas circulara por las calles de 
la ciudad, con la esperanza de proporcionar una solución parcial a-los 
problemas del tránsito. En los mejores tiempos del Imperio Romano, el sistema 
de carreteras tenía aproximadamente 29 000 Km., entre el Valle del Eufrates y 
la Gran Bretaña. En comparación con los anteriores, los acueductos romanos 
eran mayores y más numerosos. Casi todo lo que se sabe actualmente del 
sistema romano de distribución de aguas proviene del libro De Aquis Urb’is 
Romae de Sexto Julio Frontino, quien fue Autor Aquarum de Roma, de 97 a 
104 a. de J.C., Frontino llevaba registros de la utilización del agua, que indican 
que el emperador usaba el 17% , el 39% se usaba en forma privada, y el 44% en forma pública. Se calcula que en Roma diariamente se consumían entre 380 
y 1 100 millones de litros de agua. La fracción del 44% para uso público estaba 
subdividida adicionalmente en 3% para los cuarteles, el 24% para los edificios 
públicos, incluidos once baños públicos, 4% para los teatros, y 13% para las 
fuentes. Había 856 baños privados a la fecha del informe. En todo caso, la 
administración del agua en Roma era una tarea considerable e importante. 
Gran parte del agua que supuestamente debería .entrar a la ciudad jamás lo 
hizo, debido a las derivaciones que tenían escondidas los usuarios privados. 
Ya desde los tiempos de los romanos, las tomas de agua eran un problema.
Los acueductos romanos se construyeron siguiendo esencialmente el mismo 
diseño, que usaba arcos semicirculares de piedra montados sobre una hilera 
de pilares. Cuando un acueducto cruzaba una cañada, con frecuencia requería 
niveles múltiples de arcos. Uno de los mejor conservados de la actualidad es el 
Pont du Gard en Nimes, Francia, que tiene tres niveles. El nivel inferior también 
tenía una carretera.
Los romanos usaron tubería de plomo y luego comenzaron a sospechar que no 
eran salubre. Sin embargo, el envenenamiento por plomo no se diagnosticó 
específicamente sino hasta que Benjamín Franklin escribió una carta en 1768 
relativa a su uso. 
El emperador Claudio hizo que sus ingenieros intentaran en 40 d. de J.C., 
drenar el lago Facino a través de un túnel, usando el desagüe para irrigación. 
En el segundo intento por vaciar el lago, el flujo de salida fue mucho mayor que 
lo esperado, con el resultado de que se perdieran unas cuantas mesas de 
picnic con sus comensales correspondientes, lo que hizo enojar mucho a la 
esposa del emperador. Más tarde, pensando en que el emperador podría 
castigarla por su arranque de enojo, decidió envenenarlo con excremento de 
sapo. 
Se cree que una de las primeras alquimistas de la era, ‘una mujer conocida 
como Maria la Judía, fue quien inventó el filtro. En todo caso, ofreció la primera 
descripción registrada del brebaje.Un libro de Atenaios, intitulado Mecánikos, estudia las máquinas de asedio, 
puentes colgantes, arietes, testudos, torres y otros dispositivos semejantes. 
Eran mejoras en el arsenal militar de su tiempo. Hacia 100 d. de J.C., uno de 
los mejores autores técnicos de todos los tiempos, Herón de Alejandría, 
produjo manuscritos de ingeniería intitulados Mecánica, Neumática, Arte del 
asedio, Fabricación de autómatas, El tránsito del topógrafo, y Medición y 
espejos. Fue un escritor técnico prolifico. También desarrolló una máquina de 
vapor, o «eolipila”, que funcionaba en base al principio de la reacción, 
semejante al de un rociador giratorio de jardín.
Aproximadamente en 200 d. de J.C., se inventó un ariete llamado “ingenium” 
para atacar las murallas. Muchos años después se llamó al operador del 
ingenium, “ingeniator”, que muchos historiadores creen que fue el origen de la 
palabra ingeniero. 
La ingeniería romana declinó 
después de 100 d. de J.C., y sus 
avances fueron modestos. Un 
factor que se cree que contribuyó a 
la caída del Imperio Romano, 
aproximadamente en 476 d. de 
J.C., fue que en tanto que la 
ciencia e ingeniería romanas se 
habían estancado durante este periodo, no sucedía igual con los bárbaros del 
norte. Otro factor que retrasó el crecimiento en la ciencia e ingeniería fueron 
unas leyes puestas en vigor cerca de 301 d. de J.C., y que Diocleciano 
pretendía que fueran reformas al control de precios y salarios, y leyes que 
obligaban a todo hombre del imperio a seguir el oficio de su padre. Esto se 
hizo, al menos en parte, con la esperanza de proporcionar estabilidad 
económica.
Una innovación durante este periodo fue la invención del alumbrado público en 
la ciudad de Antioquía, aproximadamente hacia el año 3~0 d. de J.C.La caída de Roma es sinónimo del fin de los tiempos antiguos. En el tiempo 
que siguió, el periodo medieval, la legislación de castas y la influencia religiosa 
retardaron considerablemente el desarrollo de la ingeniería. Muchos 
historiadores llaman “El Oscurantismo» al periodo de 600 a 100 d. de J.C. 
Durante este lapso dejaron de existir la ingeniería y arquitectura como 
profesiones.
En el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino argumentó que ciencia y religión eran 
compatibles. Ghazzali, erudito en ciencia y filosofía griegas, llegó a la 
conclusión de que la ciençia alejaba a las personas de Dios, por lo que era 
mala. Los europeos siguieron a Santo Tomás, en tanto que el Islam siguió a 
Ghazzali. En medida, esta diferencia en filosofía es la que subyace al tan 
distinto desarrollo técnico en estas dos culturas. En la actualidad no se acepta 
universalmente que ninguno de esos grandes estudiosos tuviera la razón. Sin 
embargo, es indudable que durante siglos Europa ha disfrutado de superioridad 
técnica en el mundo, con las ventajas que ello supone, en tanto que el 
desarrollo técnico en la cultura del Islam ha sido limitado.
En los años que siguieron de inmediato a la caída del Imperio Romano, el 
liderazgo técnico pasó a la capital bizantina de Estambul. Durante los diez 
siglos siguientes fue con elevadas murallas hasta de 13 metros de altura en 
algunos lugares como se mantuvo a raya a los bárbaros. 

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